sábado, 16 de junio de 2012
Padre con paisaje al fondo
Lo veo desde este lado de la página
conversando con el viento acerca
del paso de los años. Tiene las manos
del tiempo, el rostro del sol,
la actitud de la enredadera ascendiendo
hacia no se sabe dónde.
Juntos somos dos soledades, o acaso
yo solo soy la suya que continúa
como un patio interior al caer la tarde.
Lo veo desde este lado de la página.
Está viejo y triste. Está solo.
Pero su corazón guarda la memoria
de una mujer como su más íntimo
secreto de poeta.
(Poema de Juan Carlos Lázaro. Tomado de Gris amanece la urbe del hambre (Lima, 1987).
sábado, 9 de junio de 2012
Elegía a una puerta
Por esta puerta imaginaria
he salido a los campos celestes
a las noches en llamas
a los ríos dorados que bajan del alba
y penetran mi cuarto lejano
poblado de bemoles
agujas y mapas
Reconozco sin embargo
que no hay nada tan inútil
como una puerta imaginaria de
goznes oscuros
desde la cual atisbo cada tarde
el lento girar de los astros
la figura difusa de un
hermano desconocido
la sombra azul de un
tigre ensangrentado
No obstante esta es mi puerta
la puerta imaginaria de
goznes oscuros de mi cuarto lejano
por la que entro y salgo al mundo cada
día
inútil y sutil en cada paso.
De "Entre la sombra y el fuego" (2008) poemas de Juan Carlos Lázaro (Lima, Perú).
viernes, 25 de mayo de 2012
Objetos y zozobras
Una lámpara y cuatro libros
para la inmóvil travesía,
el sombrero negro
para las fiestas de guardar,
los anteojos oscuros
para la tristeza,
el pantalón a rayas
para la felicidad,
la maleta de viaje
para la muerte en tranvía,
las historias de Poe
para el insomnio y la piedad,
el reloj de blanca esfera
para la ansiedad y la prisa,
los mapas en pergamino
para el arte de soñar,
los baúles sin fondo
para las sombras sin alambres,
el manual de estilo
para tanta soledad,
las cartas amarillas
para la zozobra,
los cuchillos tenaces
para la marcha triunfal,
las reglas del sastre
para memoria de su sastrería,
la puerta de doble llave
para la amante fatal.
jueves, 26 de abril de 2012
Entre la
sombra y el fuego
Entre la sombra y el fuego
yo venero la casa cóncava de tus genitales,
los campos dorados bajo tus pies,
las leves orillas de tu delirio.
Yo venero la arboleda
que crece oblicua en tus axilas
y la geografía de tu cuerpo
que prefigura la de tu país
según los mapas antiguos de los viajeros.
Nada hay más tenue que tu luz de libélula
arrancada del fondo de los planetas
y que ese incesante flujo de raíces
que se pierde lento entre las aguas.
Yo venero la noche
que crece y se agota en tu vientre,
la luna de estaño que cuelga sobre tu ventana
y a todos los astros que giran unísonos
alrededor de tu sueño.
Juan Carlos Lázaro
(Desde Lima, Perú)
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